EDUCACIÓN Y SENSATEZ

La educación, al menos desde que el gran pedagogo Sócrates intentara alcanzar la sabiduría provocando partos entre sus discípulos y detractores, siempre se ha producido por la interacción entre los seres humanos, por el encuentro del sabio con el ignorante, del instruido con el inculto, del versado con el iletrado, o, en resumen, del maestro con el alumno.

martes, 4 de julio de 2017

¿Personalizar el aprendizaje?



Muchas de las denominadas nuevas pedagogías insisten en lograr la “personalización de los aprendizajes”. Esa idea consiste en atender personalmente las peculiaridades de cada alumno en lo referente a su instrucción. Para conseguirlo, se nos ofrecen muchos métodos y teorías, y la mayoría defienden que el niño se centre en sus intereses para que él, por sí mismo, “construya su propio conocimiento”. El profesor se convierte de ese modo tan sólo en un guía o en un mero motivador.

Pero en ese planteamiento se ponen de manifiesto varios problemas evidentes:

1. El primer problema es simplemente la falta de recursos. Un profesor de secundaria da clase a unos treinta alumnos por aula, y suele entrar tres o cuatro horas a la semana en cada aula. Teniendo en cuenta que el profesor atiende a muchos más alumnos, en otras aulas y asignaturas, matemáticamente no tiene tiempo para atender a esa personalización del aprendizaje. Con los medios actuales, lograrlo es una quimera, por más voluntad que ponga el mejor de los docentes. Tal y como están las cosas, no se le puede exigir a ningún profesor prestar atención personalizada al aprendizaje de cada niño ni adaptar el “curriculum” a las peculiaridades de cada niño. Y lo de atender los intereses particulares de cada alumno, ya  me parece ciencia ficción.

2. Usar uno o varios métodos en los que se pretende que el niño construya de manera autónoma su conocimiento, como la enseñanza basada en proyectos, no equivale a “personalizar” su proceso de aprendizaje. Porque sólo puede personalizarse el aprendizaje cuando se da esa atención personal o se adecua el aprendizaje a las necesidades reales y objetivas de cada alumno. Quizá esos métodos conduzcan a la “autonomía” del aprendizaje, pero a nada más. Además, está la confusión en los términos: “individualizar” el aprendizaje por medio de esa autonomía no equivale a “personalizar” ese aprendizaje. Aceptar el planteamiento de que cada niño puede construir de manera autónoma el conocimiento equivale a dar por supuesta una premisa falsa: que el niño lleva en sí mismo todo lo necesario para adquirir conocimiento y educarse, y no precisa de ningún tipo de ayuda externa. Se trata de la clásica utopía de Rousseau que tanto daño ha hecho a la educación. 

Por otro lado, la “autonomía del aprendizaje” por medio del método puede ser útil a los niños que reciben en su casa mucha atención. Pero devalúa la enseñanza de aquellos que tienen mayor necesidad.

3. Se suele decir que la tecnología es el mejor medio para lograr esa la personalización. Por ejemplo, se dice que un ipad por niño ayuda a personalizar el aprendizaje. Sin embargo, un ipad, y siendo generosos en la apreciación, tan sólo individualiza el proceso de instrucción, pero no el aprendizaje: el profesor vuelca en el ipad el material y el niño “aprende” de manera autónoma con su dispositivo. Es el mismo error que he comentado en el punto anterior: confundir autonomía con personalización. Pero personalizar es otra cosa: la interacción del niño con Google, Youtube, Didakids o iTunes, no tiene nada que ver con personalizar su instrucción. Como máximo, la digitaliza. 

Ojalá los colegios tuvieran más medios y se pudieran dedicar más esfuerzos a personalizar, en la medida de lo posible, los aprendizajes. Porque pretender esa personalización me parece una idea buena, ideal. Pero lo que se nos vende hoy en día, ese “nuevo paradigma”, no es una personalización de los aprendizajes. De ningún modo.

Otra cosa diferente a la “personalización de los aprendizajes”, es lo que se denomina “educación personalizada”. Hay colegios que venden una “educación personalizada” y ofrecen para lograrlo esos métodos que persiguen una “personalización de los aprendizajes”. Lo que ocurre es que mezclan y confunden los conceptos. Para entender mejor que la “educación personalizada” no equivale a “individualizar” o “personalizar” los aprendizajes, creo que es necesario diferenciar entre “educación” e “instrucción”. “Personalizar los aprendizajes” se refiere a la instrucción. La educación personalizada es otra cosa. Y para aclarar los términos, remito a los lectores a esta entrada o bien a esta otra entrada, publicadas en el blog. Creo que todo buen profesor ha procurado y procura siempre, en la medida de lo posible, preocuparse por cada alumno en particular y tener en cuenta su realidad personal, algo que no implica personalizar cada uno de los curriculums. Aunque cada docente, con los medios que posee, llega hasta donde puede.

La conclusión es simple: sólo podemos hablar de personalización cuando se procura el trato personal entre maestro y alumno y se atienden las necesidades del alumno en su instrucción, no sus intereses. Y siempre teniendo en cuenta que aquello que los une como maestro y alumno es la materia, donde uno la imparte, y el otro la aprende. Una “clase particular”, por ejemplo, posiblemente sea el medio más adecuado para lograr una “personalización de los aprendizajes”. Ningún método, por sí mismo, puede lograr ninguna personalización. Eso tampoco lo consigue ninguna teoría, ningún aparato electrónico, ningún sistema y ninguna institución por sí misma. Creo que depende esencialmente de la disposición y voluntad de cada profesor y de los medios de que disponga para lograrlo.

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