Muchas de las denominadas nuevas
pedagogías insisten en lograr la “personalización de los aprendizajes”. Esa
idea consiste en atender personalmente las peculiaridades de cada alumno en lo referente
a su instrucción. Para conseguirlo, se nos ofrecen muchos métodos y teorías, y la
mayoría defienden que el niño se centre en sus intereses para que él, por sí
mismo, “construya su propio conocimiento”. El profesor se convierte de ese modo
tan sólo en un guía o en un mero motivador.
Pero en ese planteamiento se
ponen de manifiesto varios problemas evidentes:
1. El primer problema es
simplemente la falta de recursos. Un profesor de secundaria da clase a unos
treinta alumnos por aula, y suele entrar tres o cuatro horas a la semana en
cada aula. Teniendo en cuenta que el profesor atiende a muchos más alumnos, en
otras aulas y asignaturas, matemáticamente no tiene tiempo para atender a esa personalización
del aprendizaje. Con los medios actuales, lograrlo es una quimera, por más voluntad
que ponga el mejor de los docentes. Tal y como están las cosas, no se le puede
exigir a ningún profesor prestar atención personalizada al aprendizaje de cada
niño ni adaptar el “curriculum” a las peculiaridades de cada niño. Y lo de
atender los intereses particulares de cada alumno, ya me parece ciencia ficción.
2. Usar uno o varios métodos
en los que se pretende que el niño construya de manera autónoma su conocimiento,
como la enseñanza basada en proyectos, no equivale a “personalizar” su proceso
de aprendizaje. Porque sólo puede personalizarse el aprendizaje cuando se
da esa atención personal o se adecua el aprendizaje a las necesidades reales y
objetivas de cada alumno. Quizá esos métodos conduzcan a la “autonomía” del
aprendizaje, pero a nada más. Además, está la confusión en los términos:
“individualizar” el aprendizaje por medio de esa autonomía no equivale a
“personalizar” ese aprendizaje. Aceptar el planteamiento de que cada niño puede
construir de manera autónoma el conocimiento equivale a dar por supuesta una
premisa falsa: que el niño lleva en sí mismo todo lo necesario para adquirir
conocimiento y educarse, y no precisa de ningún tipo de ayuda externa. Se trata
de la clásica utopía de Rousseau que tanto daño ha hecho a la educación.
Por otro lado, la “autonomía del
aprendizaje” por medio del método puede ser útil a los niños que reciben en su
casa mucha atención. Pero devalúa la enseñanza de aquellos que tienen mayor
necesidad.
3. Se suele decir que la tecnología es el mejor medio para lograr esa
la personalización. Por ejemplo, se dice que un ipad por niño ayuda a
personalizar el aprendizaje. Sin embargo, un ipad, y siendo generosos en la
apreciación, tan sólo individualiza el proceso de instrucción, pero no el
aprendizaje: el profesor vuelca en el ipad el material y el niño “aprende” de
manera autónoma con su dispositivo. Es el mismo error que he comentado en el
punto anterior: confundir autonomía con personalización. Pero personalizar es
otra cosa: la interacción del niño con Google, Youtube, Didakids o iTunes, no
tiene nada que ver con personalizar su instrucción. Como máximo, la digitaliza.
Ojalá los colegios tuvieran más
medios y se pudieran dedicar más esfuerzos a personalizar, en la medida de lo
posible, los aprendizajes. Porque pretender esa personalización me parece una
idea buena, ideal. Pero lo que se nos vende hoy en día, ese “nuevo paradigma”,
no es una personalización de los aprendizajes. De ningún modo.
Otra cosa diferente a la “personalización
de los aprendizajes”, es lo que se denomina “educación personalizada”. Hay
colegios que venden una “educación personalizada” y ofrecen para lograrlo esos
métodos que persiguen una “personalización de los aprendizajes”. Lo que ocurre
es que mezclan y confunden los conceptos. Para entender mejor que la “educación
personalizada” no equivale a “individualizar” o “personalizar” los
aprendizajes, creo que es necesario diferenciar entre “educación” e
“instrucción”. “Personalizar los aprendizajes” se refiere a la instrucción. La
educación personalizada es otra cosa. Y para aclarar los términos, remito a los
lectores a esta
entrada o bien a esta
otra entrada, publicadas en el blog. Creo que todo buen profesor ha
procurado y procura siempre, en la medida de lo posible, preocuparse por cada
alumno en particular y tener en cuenta su realidad personal, algo que no
implica personalizar cada uno de los curriculums. Aunque cada docente, con los
medios que posee, llega hasta donde puede.
La conclusión es simple: sólo
podemos hablar de personalización cuando se procura el trato personal entre
maestro y alumno y se atienden las necesidades del alumno en su instrucción, no
sus intereses. Y siempre teniendo en cuenta que aquello que los une como
maestro y alumno es la materia, donde uno la imparte, y el otro la aprende. Una
“clase particular”, por ejemplo, posiblemente sea el medio más adecuado para
lograr una “personalización de los aprendizajes”. Ningún método, por sí mismo, puede
lograr ninguna personalización. Eso tampoco lo consigue ninguna teoría, ningún
aparato electrónico, ningún sistema y ninguna institución por sí misma. Creo
que depende esencialmente de la disposición y voluntad de cada profesor y de
los medios de que disponga para lograrlo.
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