Cuando hice el curso de “trabajo
cooperativo”, todas las sesiones fueron en formato “clase magistral”. Es
paradójico escuchar las bondades de un método que se vende a menudo como la
superación de la clase magistral, precisamente por medio de ese otro método al
que dice superar. Debo decir que quienes asistimos a aquel curso no lográbamos
motivarnos. Creo que se debía a que no podíamos compartir durante las sesiones
mediante el trabajo cooperativo lo que estábamos aprendiendo.
Cuando realicé el curso sobre
inteligencias múltiples, el pseudotest que hicimos indicó que dominaba en mí la
"inteligencia musical". No negaré que toco varios instrumentos. Pero me hubiera
gustado que me dieran las siguientes sesiones incidiendo o partiendo de esa
"inteligencia" que destacaba en mí, individualizando de ese modo mi aprendizaje.
Porque todas las sesiones fueron en formato “clase magistral”, salvo algún que
otro show esperpéntico. Me hubiera gustado que procuraran enseñarme potenciando
cada una de las "inteligencias" en las que más destacaba o flaqueaba. ¿O no es
eso lo que persigue la teoría?
Del mismo modo, he recibido innumerables conferencias sobre metodologías activas. Y resulta
que todas fueron por medio de clases magistrales. Hubiese sido interesante que,
antes de que nos explicaran las “flipped classroom”, nos hubieran indicado a
qué página web debíamos ir para mirar el video sobre las “clases invertidas”. Y,
de ese modo, podríamos haber aprovechado las sesiones de formación para
“compartir” el conocimiento que cada uno de los asistentes habíamos construido
por nosotros mismos en nuestras casas, consolidando ese conocimiento bajo la guía de un “profesor de
profesores” que “aprendería a aprender” mientras nos “enseñaba sin enseñar”.
O, como profesor de letras y
humanidades, todavía me pregunto por qué cuando en tantas conferencias nos
hablan sobre “aprender haciendo”, sólo nos ponen ejemplos de cosas que
precisamente se aprenden haciendo. Lógicamente, todas las sesiones a las que he
asistido sobre ese “aprender haciendo”, han sido en formato “clase magistral”.
Con demostraciones, eso sí, pero demostraciones magistrales. Y no me cabe la
menor duda de que todos los asistentes aprendíamos haciendo, pues tomábamos
apuntes.
Por otro lado, sigo sin entender
que en las sesiones sobre el “Learning by teaching” no nos animaran a los
profesores a aprender las lecciones del método enseñándonos unos a otros, como
iguales. Nuevamente, se nos explicaba mediante clases magistrales. ¡Con lo
divertido que hubiera sido, por ejemplo, preparar un power point, explicárselo a nuestros
iguales, y discutirlo sin injerencias de los formadores, potenciando de ese
modo nuestra creatividad y espíritu crítico!
Y las charlas TED… ¿Qué son sino
clases magistrales? Al fin y al cabo, uno habla y los demás escuchan.
Pero la clase magistral es un tema tabú, el mal personificado en la enseñanza, y está a la altura de la maldad que lleva consigo la memorizacion. Porque la clase
magistral ha muerto. Y punto. Es una cuestión de fe pedagógica que ya no se
discute.
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