Creo que el principal motivo de
la crisis que padece la educación es que nos hemos olvidado de vivir como
personas. Por otro lado, creo que el principal problema que padece la enseñanza
consiste en no tener claros los fines que persigue. Aunque los considero
indisociables, separo los términos “educación” y “enseñanza”. Primero porque
son dos conceptos diferentes. Pero también porque creo que la mezcla y
confusión de los dos conceptos es otro de los problemas que padecen tantos pedagogos
y tantos colegios.
Enseñar es instruir. La finalidad
de la enseñanza es que los niños aprendan, despierten sus inquietudes,
adquieran interés por la cultura, adquieran hábitos de trabajo y descubran el
valor del esfuerzo personal para lograr cualquier fin. Educar es “ayudar a
crecer”. La finalidad de la educación es lograr que cada persona dé lo mejor de
sí mismo, que por sí mismo se mueva hacia el bien, la belleza, la felicidad,…
Que la persona crezca en virtud, que posea valores sólidos por sí mismo, que
tenga personalidad, que no sea manipulable,…
Enseñar requiere método. Es tan
sólo en este punto donde defiendo la importancia de la evidencia científica: creo
que es necesario hacer el esfuerzo de contrastar la metodología que se utiliza.
No todo vale. Educar, en cambio, requiere mucho más. Y educamos las personas. Creo
que, cuanto mayor es la categoría humana del educador, mejor es la educación
que recibe el alumno. Pues como decía Aristóteles: “Sólo mediante la relación del individuo con
otras personas se puede hacer un hombre: si esta relación es cualificada puede
llegar a ser un buen hombre”. Porque educamos por impregnación, cuando no
pensamos en nuestros principios morales ni pretendemos transmitirlos, sino cuando
los vivimos, como ha repetido Gregorio Luri en múltiples ocasiones.
Por ese motivo defiendo que
las cualidades esenciales del profesor son dos: debe saber mucho, pues su
misión es enseñar, y debe procurar ser persona en todos los sentidos, pues es
modelo de aquellos a quienes enseña. Y es que me gustaría romper esa falsa
dicotomía que se da en el mundo de la educación: para dedicarse a la enseñanza,
no hay que escoger entre “procurar ser una persona buena” y “saber mucho”, sino
que ambas son necesarias. Pocas cosas hacen tanto daño en la educación como las
buenas intenciones de una persona ignorante, como explicaba Albert Camus.
He querido poner la frase de
Carles Capdevila como homenaje a la persona. Pero también porque estoy de
acuerdo: el profesor debe querer a sus alumnos, a cada uno. Y debe querer
también lo mejor para cada uno de ellos. Porque sólo quien ama educa realmente.
Sin embargo, no podemos olvidar que tan sólo quien conoce es capaz de instruir.
Y la forma en que educa un profesor es por medio de la enseñanza, por medio de
su materia. Como decía Platón, “el
hombre instruido lleva en sí mismo sus riquezas”. Y es ahí donde también me
gustaría incidir: la cultura y el conocimiento son valores que nos aportan
mucha riqueza personal, que nos ayudan a crecer como personas, que también nos
educan y nos hacen mejores. Son valores que impregnan al alumno cuando el
profesor disfruta con el conocimiento.
Creo que cuando la pedagogía
pretende educar por medio de la instrucción, cuando mezcla ambos conceptos, es
cuando se pervierte todo. Porque es cuando la enseñanza pierde su finalidad
(instruir) y la educación se reduce al método, pues pretende utilizar la
instrucción como herramienta educativa, restándole importancia al valor
personal de quien enseña, de la persona que trata con el alumno, del profesor.
Cuando se pretende educar por medio del método, como defiende gran parte de la
nueva pedagogía, se pervierten los fines tanto de la educación como de la instrucción.
Pues, al fin y al cabo, se pretende sustituir el fin por el medio.
Cuando alguien afirma que la
principal misión de un colegio es enseñar, que su objeto es el conocimiento, no
está restando valor a la educación. Ni, por tanto, a la belleza, al bien, a la
felicidad o a la educación emocional. Tan sólo está mostrando el fin que
persigue la enseñanza. Y cuando alguien afirma que la misión de un colegio es
formar personas, tampoco se equivoca. Pero no debe olvidar que el medio que
posee para lograrlo es la enseñanza, que a su vez posee un fin propio. Y
tampoco que la misión de formar personas les corresponde, en primer lugar, a
los padres de cada niño.
Quiero expresar mi reconocimiento
ResponderEliminary gran alegría al leer este interesante y magnífico artículo donde se expresa de forma clara y razonable los objetivos " verdaderos " de la enseñanza y educación y cómo han de ir relacionados y convivir conjuntamente.
Mi más cordial enhorabuena.
¡ Ojalá todos siguieran esta línea!
Gracias, MAESTRO. Creo que en el mundo educativo muchas personas y colegios han renunciado a pensar y a hacer autocrítica sobre sus prácticas educativas. No sé si esta es la línea a seguir, tan sólo es lo que me dicta el sentido común. Lo que me preocupa es que tantos vayan dando tumbos, experimentando alegremente sus métodos con criaturas inocentes, pero sin saber exactamente qué hacen y por qué lo hacen.
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