No he podido resistirme a
comentar esta foto, que vendría a ser un resumen ilustrado de lo que se
denominan “nuevas pedagogías”:
FAMILIA: Lo primero que me llama
la atención, es que los padres se sitúan en la última hoja (“el papel de la
familia”) cuando, en realidad, creo que deberían estar en la raíz de la
educación de cualquier niño.
PROFESORES: La segunda
consideración, es que la “figura del maestro” está antes que la familia, pero
igualmente alejada de la raíz del árbol. Quienes enseñan valores y competencias
parecen depender de los valores y competencias que enseñan. Algo falla.
LA ESCUELA INCLUSIVA: El “modelo
de escuela inclusiva” también aparece antes que la familia. Debe ser que el
colegio socializa antes y mejor que la familia.
COMPETENCIAS: El dibujo no
se olvida de las competencias, pero la palabra “conocimientos” no aparece por
ningún sitio. No lo entiendo, puesto que no es posible ser competente sin
conocimiento.
CREATIVIDAD: No podía faltar la
“creatividad”, eso que, dicen, surge por generación espontánea y que, por lo
visto, tampoco depende del conocimiento, o del trabajo y del esfuerzo (palabras
que tampoco aparecen en el esquema). Sin embargo, veo que se han olvidado de la
palabra “felicidad”.
No seguiré comentando,
sencillamente, me centraré en la raíz propuesta: LOS VALORES. Y es que el mundo
educativo se ha llenado la boca con este término pero nadie sabe exactamente
qué significa. Así que, hablemos de los valores.
Posiblemente Max Scheler sea el
filósofo que más ha profundizado en el concepto. Para él, los valores son
cualidades y, para explicarlos, los compara con los colores. Descubrimos el
valor de lo bello al contemplar algo que es bello. Del mismo modo, aprendemos
el valor de la valentía al ver un acto valiente. Deduce, por tanto, que a cada
ser le convienen ciertos valores: a una obra artística le conviene la belleza,
y a un ser humano la bondad moral. Finalmente, concluye que los valores tienen
entidad por sí mismos y que la ética debe basarse en una teoría de los valores.
Sus disertaciones son interesantes, aunque nunca logró fundamentar su
propuesta.
Al igual que Max Scheler, cuando
las nuevas teorías pedagógicas hablan de los valores, pretenden que éstos sean
principios éticos. Y parece ser que, por el mero hecho de nombrarlos,
sobrevuelen el centro escolar impregnando las vidas de tantos escolares. Grave
error: para valorar algo, antes debo conocerlo. Y luego, ponerlo en práctica.
Es lo que los clásicos llamaban virtud. Por ese motivo muchos alumnos no son
capaces de valorar ciertos valores. Porque, por mucho que hable de la
“solidaridad” (dando unas sesiones sobre ello), y por mucho que valore y
muestre actos solidarios en videos (incluso hasta llorar de emoción), yo no
seré solidario si no lo vivo, y ellos tampoco. En conclusión: para vivir de
acuerdo con ciertos valores, primero debo conocerlos (eso requiere asimilarlos)
y luego ejercitar la voluntad, y esos dos términos son anteriores a los valores
tanto en la teoría como en la práctica.
Entendidos como principios
éticos, para vivir según ciertos valores, primero debo vencer la ignorancia y
luego crecer en virtud. Lo demás, es puro sentimentalismo formal. Y eso sin
entrar en que también hay valores nocivos, es decir, no todos serán valiosos.
Pero parece que el mero hecho de usar la palabra “valores” ya sea bueno y
positivo en sí mismo. O, como dice un maestro:
“Nosotros consideramos mucho más ese
discurso bonito de la educación en valores, que es un fomento de la náusea en
lugar del apetito. Les intentamos inculcar a nuestros alumnos lo mal que se han
de sentir ante determinadas conductas, pero no les impulsamos a dar ejemplo, es
decir, a manifestar sus valores en sus conductas”. (Gregorio Luri, entrevista en El mundo, 13/9/2015)
Concluyendo: los valores no son
malos en sí. Es más, los considero necesarios. Pero también considero que
deberíamos profundizar más en los términos antes de usarlos alegremente.
Volvamos a los clásicos, recuperemos el valor del conocimiento y el valor de la
virtud, siempre en vistas a un fin (que es donde creo que deben situarse los
valores). Entonces, es probable que estemos en disposición de abrir el apetito
de los alumnos.
Estoy muy e acuerdo! Por cierto, si pones párrafos será mucho más fácil de leer!!!!
ResponderEliminarDescubrimos el valor de lo bello al contemplar algo que es bello. Eso es una imposición, ¿quien puede obligar a otro a compartir el mismo concepto de bello? ¿Y esta frase también es una imposición? ¿Que difícil es educar?
ResponderEliminarY podemos seguir con el resto de valores.
No acabo de entender el comentario... Creo que la realidad se nos impone siempre. Por ejemplo, no escogemos cómo o cuándo sufrir: el dolor se presenta (se nos impone). Del mismo modo, nos maravillamos ante una puesta de sol o ante un acto generoso. Otra cosa es el concepto. Al decir "descubrimos el valor de lo bello al contemplar algo que es bello", partimos de una experiencia personal, no de una imposición.
EliminarCreo que el problema de los valores está en haber sido adoptados por el constructivismo: no decidimos lo que es bello (como diría el constructivismo, en el que cada uno crea su concepto y eso se convierte en su realidad y, por tanto, en su verdad), sino que nos encontramos con la belleza al "enfrentarnos" a la realidad. Luego la conceptualizamos, y podemos discutir el concepto sin perder de vista a la realidad.
He aquí el problema de los valores, que dependen en gran medida de la subjetividad (que no es relativismo).