EDUCACIÓN Y SENSATEZ

La educación, al menos desde que el gran pedagogo Sócrates intentara alcanzar la sabiduría provocando partos entre sus discípulos y detractores, siempre se ha producido por la interacción entre los seres humanos, por el encuentro del sabio con el ignorante, del instruido con el inculto, del versado con el iletrado, o, en resumen, del maestro con el alumno.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

¿Qué pasa con la educación?







Dicen por ahí que la educación está mal. Y ese es el motivo por el que, cada dos por tres, surge una nueva ley de educación. Porque muchos creen que, si la educación está mal, es que los colegios o la enseñanza están mal.
Me alegra que todavía se asocie la palabra “educación” a los colegios. Sin embargo, esa palabra va asociada a muchas otras realidades. Yo, al menos, la asocio también a las siguientes:
1) Si los primeros y soberanos educadores son los padres y la educación está mal, ¿no será que algo falla en los hogares?
A los profesores se nos niega la autoridad, pero creo que el gran problema es que, antes, se les ha negado a los padres. Muchos no saben cómo educar a sus hijos ni poseen las armas para hacerlo, aunque quieren, y la mayoría carecen de medios para dedicar ese precioso tiempo a sus hijos (la conciliación laboral, por ejemplo). Muchos padres llevan a sus hijos a la guardería desde su más tierna infancia mientras crece en ellos el sentimiento de culpa por no poder ocuparse de ellos. Otros aún no saben que su obligación es educar a sus vástagos, por eso tienen hijos para “auto realizarse” o para exhibirlos como trofeos, y unos pocos aún creen que es el colegio quien debe educarlos. Creo que lo primero que debería tener en cuenta cualquier ley de educación es dar los medios necesarios a los padres para ejercer como tal.
2) Si “educa toda la tribu”, como dice el proverbio, ¿no será que algo falla en la sociedad en la que vivimos?
Nos quejamos de los políticos, pero creo que son sólo el reflejo de nuestra sociedad (eso que está formado por cada uno de nosotros). Una sociedad cuya finalidad es el bienestar, la libertad sin responsabilidades, la inmediatez, el consumismo,…, ¿qué mensaje está transmitiendo cada día los niños que viven en ella? ¿Y queremos inculcarles valores como el esfuerzo, la superación o el conocimiento?
3) El Estado es responsable de la educación de sus ciudadanos. Sin embargo, en lo que se refiere a la práctica educativa, podríamos considerar al Estado como un ente de razón. ¿Por qué se empeña en limitar la autoridad de los padres, en dictar a los profesores lo que es bueno o mejor, o en hacer de la palabra “educación” una bandera política?
4) Si “el problema de la educación es mucho más amplio que el de la instrucción”, como dice Gregorio Luri, ¿no será que algo falla al proponer como solución desde tantos colegios sólo cambios metodológicos? Quizá muchos de los pedagogos teóricos de moda tendrían que plantearse qué es el ser humano y qué es la educación antes de intentar adoctrinarnos sobre cómo instruir.
El colegio no puede llevar el peso de la educación de los niños. Pero, lógicamente, también es un ámbito importante para educar a la persona. Educar es algo mucho más amplio que enseñar destrezas (ahora las llaman competencias). Y me parece que limitarse a inculcar valores, resulta muy pobre para definir lo que es la educación integral de una persona.
Ya intentaremos definir más adelante lo que es la educación. Sin embargo, quizá debemos detenernos y pensar: si la educación está mal, ¿yo que hago para que mejore? Como miembros de la sociedad, todos tenemos nuestra parte de responsabilidad, y ser miembro activo (ciudadano) no se reduce a quejarse cada dos por tres de lo que hacen los demás, aunque sean políticos. Probablemente lo primero que deberíamos hacer es recordar las palabras de Ghandi, “si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo”.

13 comentarios:

  1. Tengo el honor, por lo que veo, de ser su primer comentador: Enhorabuena.

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  2. Y yo el honor de ser la segunda. Gracias Joan. Estaremos pendiente de las perlas que repartes por aquí. Catherine L'Ecuyer

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  3. El año pasado fue la primera vez que como madre descubría a un “maestro” : Juan Illa.
    Podría caer en la tentación de enfocar el tema en mi hijo y pudiera parecer que mi hijo le caía bien a Juan, pero es que Juan quería a todos sus alumnos por igual. Era capaz de leer entre líneas sus actitudes y de estimular las potencias de cada uno.
    Lo más importante, además de su impecable preparación intelectual, es que él se divertía con su clase: se puso en sus zapatos, a su servicio, innovó y les hizo ganar en autonomía.
    Este año recibimos la triste noticia de que ese maestro que había impulsado a nuestros hijos en 1º de la ESO a ser mejores personas, y a los padres a confiar en ellos, no iba a seguir con nosotros. Es una lástima que nos hayamos perdido poder seguir la evolución de esta clase al finalizar la ESO. Pero maestros como Juan siempre quedan el recuerdo. Pues ¿Recordamos a quien nos contó reglas ortográficas o a quien nos hizo amar la lectura?
    Sé que no eres una persona de halagos ni cumplidos: -¡Cómo los grandes ejemplos de la historia! Y no te hacen falta, pero me siento en el deber de contar un modelo de lo que a mi modo de entender, un profesor debería ser.
    Juan Illa maestro, formador de almas. Impregnaste valor en las almas de nuestros hijos.
    Por todo ello: Gracias
    ¿Quién mejor que tú para iniciar un blog relacionado con la educación? Ojalá llegue a muchas personas de esta ámbito, tanto padres como profesores, políticos.

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  4. Un blog para seguir de un añorado y gran compañero.

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    1. Gracias, la opinión de alguien con tanta experiencia es valiosa. No te cortes en comentar lo que no te parezca bien, a ver si creamos debate.

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  5. Muy interesante y muy acertado!

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    1. Si algo de lo que voy escribiendo te parece mejorable o crees que se puede matizar, dilo también. Eso ayuda a profundizar y a aprender. Sé feliz!

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  6. No quiero añadir más cargas a las que ya tenéis los profesores, pero comentas que muchos padres en la actualidad no están pudiendo educar bien a sus hijos (estoy de acuerdo) me pregunto: ¿Quién puede ayudar a esos padres?

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    1. Gran pregunta. Lo que tengo claro es que ni el colegio ni ninguna institución educativa (ni el Estado, claro), ni ningún educador del ámbito que sea, pueden caer en la tentación de pretender sustituir a los padres, y creo que eso ocurre con frecuencia. A partir de ahí, esa pregunta me da ideas para una nueva entrada...

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