Leía en una web de educación que
las cualidades del buen profesor del siglo XXI son: la capacidad de innovación
y creatividad, el dominio de las TIC, está dispuesto a aprender de sus alumnos,
no basa su relación con los alumnos en la sumisión, sino en la camaradería y en
el afecto, posee empatía, manifiesta sus sentimientos y le interesan los de sus
alumnos, es crítico, asertivo y facilitador, motivador, es “no-directivo”,…
Y he vuelto a preguntarme, ¿qué
es un profesor? Según la RAE: “Persona
que ejerce o enseña una ciencia o arte”. Por más definiciones que he
buscado, no he encontrado nada más completo. A secas, un profesor “es aquel individuo que se dedica a enseñar a
otros”. De acuerdo. Si un buen profesor se dedica a enseñar, ¿no tendrá que
ser su primera cualidad dominar aquella ciencia o arte que pretende enseñar? Si
no es así, ¿qué va a enseñar? Esa cualidad surge de la definición, y no la he
encontrado en la web comentada.
Sigamos. Como conoce la materia,
ama la materia, pues se ama lo que se conoce. Y, cuanto más la conoce y profundiza, más la
ama (es un tipo de motivación intrínseca). Puesto que el amor engendra, como
explica Platón en El banquete, el profesor que domina y ama la materia, tiene la
capacidad de engendrarla en otro. Su amor a la materia que domina, producirá
algún tipo de entusiasmo en los alumnos, pero también hará que el profesor
ponga todos los medios a su alcance para que los alumnos la deseen aprender. Y
no se quedará en el deseo: como el objeto de la enseñanza es esa materia que se
ama, el profesor no la perderá de vista y la enseñará.
Y, entonces, surgirá o no esa
relación interpersonal entre profesor y alumno: no es posible que empiece si no
se comparte algo (ese “compartir” es la base de toda relación humana). Y puede
no surgir porque también dependerá de la disposición del alumno. La confianza
que pueda desprender el profesor a partir del respeto que tenga por su
materia, hará el resto. Y, porque el verdadero respeto por el alumno empieza
cuando el profesor le considera como persona capacitada para aprender.
Y, finalmente, como vengo
insistiendo desde el principio en este blog, y puesto que educar es algo mucho
más amplio que instruir, el profesor debe tener claro que es un ejemplo para
las personas que tiene frente a él. No hace falta que busque ser un ejemplo,
sólo que procure ser coherente: si quieres que tu alumno sea puntual, ordenado,
atento, esforzado,…, no te molestes ni pierdas tiempo en motivarlo, intenta
vivirlo tú primero. Porque si lo vives, estás en disposición de transmitirlo:
la coherencia por sí sola mueve y motiva. O, como escribió Daniel Pennac de una
forma muy sencilla: “La primera cualidad
de un profesor es el sueño. El buen profesor es el que se acuesta temprano”.
Es decir, no se puede enseñar a ser persona ni transmitirlo si antes no
intentas ser persona. Y la única forma de enseñarlo, es procurar serlo en todos
los sentidos.
¿Los afectos? Creo que el
profesor que tiene esas cualidades, es capaz de ponerse en la piel de cualquier
alumno, de comprenderle y de quererle, sin la necesidad de poner el corazón en
la mano en un efluvio sentimentaloide de emociones, abrazos y halagos
empalagosos. Porque, cuando esas cualidades se manifiestan, es probable que
sean los alumnos quienes se acerquen al profesor.
Y ya está. Sinceramente, creo que
estas son las verdaderas cualidades del profesor. Ahora, podemos añadir
otras cualidades secundarias o terciarias a nuestro gusto, como todas las
del primer párrafo.
Leído. Dices la verdad y me encanta como te expresas, pero lamento decirte que Camus te ha superado.
ResponderEliminarSin duda, creo que nunca estaré a su altura.
EliminarMe encanta lo de la coherencia. Bona entrada!
ResponderEliminarCamus es Camus...pero Juan sin duda expresa muy bien sus ideas y sabe transmitirlas a los demás, gran y difícil cualidad. Buen blog!
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